Mariana de Marco

Cómo es Mariana

  • Nombre completo Mariana de Marco
  • Edad 45 años
  • Estado civil Divorciada
  • Nacionalidad Española

«Mariana de Marco era Juez de Primera Instancia e Instrucción en una población cántabra de importancia. Había sido una abogada de éxito en un bufete del que ella y su marido eran socios hasta que el divorcio la dejó fuera y hubo de empezar de nuevo. Después, exhausta tras unos años de vida agitada, tanto en lo personal como en lo profesional, decidió entrar en la judicatura, harta del ejercicio de la abogacía. Su intención era acabar ejerciendo un día como titular de un Juzgado de lo Penal, pues el Derecho Penal era no sólo su especialidad sino su verdadera vocación, y así fue como aprovechó un buen currículo en coincidencia con la oportunidad abierta a profesionales de prestigio por la vía del tercer turno.

A sus cuarenta y tres años, Mariana era una Juez que comenzaba a ser apreciada por su dedicación, diligencia y eficiencia. Alta, de figura atlética y voz profunda, no sólo llamaba la atención por su aspecto sino también por la marcada expresión de determinación que emanaba de ella. Sus grandes ojos castaños, que destacaban vivamente en el rostro, ofrecían un dulce contraste con el resto de su físico y quizá esa mezcla fuera lo que le concedía su atractivo. Se había dejado crecer la melena, del mismo color de los ojos, hasta los hombros. La cara más bien redondeada, el cuello airoso, las orejas pequeñas y pegadas a la cabeza, y una mirada cálida y un punto desafiante a la vez concluían en una especie de gallardía femenina con un toque de misterio. No era lo que se dice una mujer guapa, verdaderamente guapa, pero en cambio respondía bien a lo que los castizos llaman una mujer de bandera. una mujer alta y de complexión fuerte, pero bien proporcionada, que se movía con una sugerente mezcla de gracia y seguridad.

Nadie dudaría, al verla, de que se trataba de una persona de carácter a la que no le faltaba un toque de delicadeza; esta mezcla era la que le daba un encanto singular porque no era una mujer de facciones regulares ni ortodoxas, un canon de belleza, pero irradiaba personalidad.»
(de “El cadáver arrepentido”).

Constreñida a una soledad personal y amorosa desde que iniciara su andadura como Juez por las circunstancias que rodearon esa decisión y esa etapa de su vida (en contraste con su vida anterior tras los años que inmediatamente siguieron a la separación y el posterior divorcio) ahora se daba bíen cuenta de que estaba entrando en una fase de plenitud sexual real que no quería limitar en base a expectativas más o menos fantasiosas. La pérdida de su vida laboral como abogado penalista y el abandono del bufete en manos de su ex marido y los otros dos socios a consecuencia de la separación no sóIo fue una catástrofe en lo profesional sino también en lo personal, pues, aturdida por eI rencor, confundió frecuentemente la libertad personal con el desorden y el ejercicio del derecho con la improvisación y la prisa. Si no perdió prestigio fue por su talento de luchadora nata, pero el esfuerzo para sobreponerse a una vida agotadora le acabó pasando factura.
(de “Un asesinato piadoso”).

Llevaba de nuevo la melena corta, recogida por detrás de las orejas y estaba más delgada, no sólo de cuerpo -que, de todos modos,era una poderosa estructura de 1,75 metros de altura especialmente acentuada por su atuendo deportivo- sino también de cara, con los pómulos marcados, lo que le alargaba y estilizaba el rostro. Lo único invariable eran sus grandes y expresivos ojos castaños.
(de “El hemano pequeño”)

Pero volviendo al rostro que encontraba cada mañana en el espejo al despertarse, la frescura de antaño había sido sustituída por una especie de serenidad desnuda y lavada, en la que los pliegues de la piel realzaban una belleza de otro orden: la belleza del tiempo vivido, un consuelo. Mariana no sabía si estar conforme con ello; echaba de menos los años de la universidad, la vida laboral en el bufete y las noches madrileñas; incluso echaba de menos la vida loca que arrastró por palacios y cabañas después de su divorcio y del abandono forzado del bufete. Ahora tenía la cara que probablemente se merecía, como reza la expresión popular, y no se sentía a disgusto con ella, pero la mataba la nostalgia del tiempo ido sin que la colmase la del tiempo vivido. Antes no temía a la luz.
(de “Muerte en primera clase”)

  • Curiosidades
En segundo de Facultad se celebró una vez un concurso de partes del cuerpo que tuvo gran éxito entre los estudiantes. Mariana hubiera preferido en aquel entonces ganar en la especialidad de culos, que era lo que más se cotizaba, pero en cambio recibió el premio a los ojos más grandes, por lo que también fue muy vitoreada.

En El cadáver arrepentido se utilizan unos versos del Amor de Poeta de Schumann, originales de Heinrich Heine y traducidos por Ángel Carrascosa. También los versos de la canción La paloma de S. de Yradier.

Whisky con soda: «Ahora estaba en el salón, sentada en su butaca favorita. Mi enemigo mortal reposaba abierto boca abajo sobre la consola, por esa manía suya de no utilizar marcapáginas; toda la diligencia que ponía en los asuntos del Juzgado se convertía en desorden y pereza en su casa. Decidió prepararse una copa, un whisky con soda, como de costumbre. Al final de cada tarde, por avanzada que estuviera, se sentaba a leer y se preparaba un whisky con soda».
  • Lecturas
En el hotel donde se aloja durante la boda de El cadáver arrepentido, Mariana de Marco lee una novela corta de Willa Cather, Una dama extraviada. Más tarde, en su domicilio, lee Mi enemigo mortal, también de Willa Cather. En general es una gran lectora de la novela del siglo XIX, que ella extiende, como límite, hasta Joseph Conrad; pero también lee novelas del siglo XX, como las de Willa Cather o Eudora Welty.

«Como Mariana de Marco era una ferviente lectora y no desdeñaba la novela gótica, no le costaba mucho dejar volar la imaginación hacia el escenario de una historia insepulta y suspendida en el tiempo».

Durante La muerte viene de lejos, está leyendo Tess, la de los d'Uberville, de Thomas Hardy. Es uno de sus autores favoritos.
  • Gustos musicales
En El cadáver arrepentido escucha los lieder de la colección Amor de poeta de Schumann en la voz de Fischer-Dieskau acompañado por Eschenbach. «Era una de sus piezas favoritas. Mariana acostumbraba a llevar cintas en el coche siempre que salía de viaje, pero también viajaba con su reproductor portálil de CDs para los tiempos muertos en el alojamiento donde se encontrara, como esta noche en el hotel». Aprecia la música clásica en general, pero siente especial debilidad por la voz humana y el piano. Schubert y Chopin son dos compositores predilectos. Su cantante favorita es Kathleen Ferriers.

«A menudo escuchaba también música clásica y, en ocasiones, algo de jazz; no cualquier jazz sino sólo un período muy específico: le gustaba el entorno de Ellington, el Duque y cualquiera de sus músicos. Cuando trabajaba en el bufete, un cliente le había regalado un long play titulado Everybody knows Johnny Hodges y de ahí arrancaba todo. Lo conservaba aún, junto con otros muchos vinilos que ya se habían convertido en una rareza, pero ahora sólo compraba discos compactos. Con la música no podía acompañar la lectura, pues se quedaba embebida en ésta y no era consciente de aquélla, de manera que en esos casos la usaba como ruido de fondo, porque era agradable detenerse en un párrafo o una escena que le llamaba la atención y encontrarse de pronto sorprendida por una música familiar. Cuando quería escuchar música dejaba la lectura a un lado. Música y lectura. También escuchaba boleros y música melódica de esa clase».
  • Pasado
En No acosen al asesino, el narrador la describe con estas palabras: «Aún no había cumplido los cuarenta años y, desde luego, no pasaba inadvertida». También en esa novela nos cuenta algo sobre su divorcio: «Por fortuna, no tenía hijos. En eso reconocía tanto su sensatez como la frialdad inicial de su ex marido por la causa de la paternidad. Luego, cuando él llegó incluso al extremo de exigirle que cambiase de bufete porque no eran compatibles ni en su vida privada ni en el mismo bufete, se agradeció profundamente su sensatez, pues quizá con un hijo, o dos, no hubiera sido capaz de cortar por lo sano, abandonar el lugar de trabajo que ambos habían compartido con los otros dos compañeros de su ex marido y decidir su destino».
  • Futuro
El mundo en G…, su último destino, donde es Juez de Instrucción, se le ha quedado pequeño, tanto profesional como personalmente, a lo que han contribuído ciertos desencuentros con alguna de las fuerzas vivas de la localidad. Siente vivos deseos de instalarse en una gran ciudad. Antes de considerar un nuevo destino, acepta la invitación de su amiga Julia Cruz a acompañarla en un crucero de una semana por el Nilo al que la primera ha sido invitada y donde se encontrará con un inesperado caso de asesinato que no se resistirá a investigar, caso que se relatará en la sexta novela de la serie. Para entonces, Mariana habrá cumplido cuarenta y cinco años, sigue soltera, sigue eludiendo compromisos que vayan más allá de una aventura amorosa convencional, mantiene una firme amistad con Julia Cruz, que es su mayor asidero frente a la soledad como ante lo fuera con su antigua Secretaria de Juzgado, Carmen Fernández, amistad ahora discontinua por la distancia, y cada vez compagina más su gusto por la música clásica con el jazz. Ama a sus autores del siglo XIX, su otra compañía permanente, y no desdeña los placeres de la mesa.
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