• Bueno, aquí estamos
  • Autor Graham Swift
  • Editorial Anagrama, Barcelona, 2022
  • Traductor Antonio Prometeo Moya
  • nº páginas 184

Graham Swift. Bueno, aquí estamos

07/10/2022

Graham Swift es uno de esos autores que siempre fuerzan el límite de su propia escritura y trabajan con verdadero riesgo la estructura de sus historias. No le basta con aciertos tan notables como los de “Últimos tragos” o su soberbia “Los domingos de las madres”. Swift siempre busca nuevos caminos a partir de sus anteriores logros y este carácter es el que ilumina sus novelas. “Bueno, aquí estamos” es otra vuelta de tornillo en la construcción de la carpintería de sus historias, esta vez en busca de la encomiable intención de deleitarnos con la emoción de ver actuar a un trapecista sin red.
En esta novela son tres los personajes que se enredan en la trama. Primero Jack, un entertainer de músic hall. “Lo suyo era el bastón, el canotier y los zapatos de claqué”. En segundo lugar, Ronnie, el mago; en tercer lugar, Evie, la ayudante del mago cuya misión era distraer al público con su presencia y ayudar así al mago en sus trucos. Este terceto de cómicos alcanzó su esplendor en un teatro de variedades en Brighton durante el verano de 1959.
A partir de aquí, Swift presenta la procedencia de cada uno de ellos: la madre de Jack estaba liada con el dueño de un garaje en Croydon y Jack, siempre con miedo escénico, cada vez que tenía que salir al escenario necesitaba sentir el empujón de ella para darle valor. Ronnie fue enviado por su madre, una fregona casada con un marinero que se embarcaba a menudo dejándola sola, lejos de un Londres bajo las bombas y acogido por una pareja, los Lawrence, Penny y Eric, que se encariñaron con él, ejerciendo de padres. Eric -con un pasado en los escenarios como “el mago Lorenzo”- acabó por enseñar el oficio a Ronnie. Jack y Ronnie se conocieron en el servicio militar y más tarde, cuando Jack fue contratado en Brighton, le dijo a Ronnie: “Búscate un ayudante y te consigo un hueco el verano que viene”. Así apareció Evie. Graham Swift, con este trío, monta una novela en la que ofrece, dentro de un enredo de tiempos y encuentros, un triángulo singular. Es un reto al lector, que va a tener que conformarse con un aparente galimatías que, sin embargo, deja la historia abierta y que responde ejemplarmente a una de las seis propuestas de Italo Calvino para este milenio: la levedad.
Sabemos que Ronnie y Evie se emparejan y, cuando él acude a la llamada de su madre moribunda, Jack se acuesta con Evie y acaba casándose con ella. Al final de la temporada, Ronnie desaparece, literal y misteriosamente. El paso siguiente es la continuación del relato desde la cabeza de Evie en 2009, con setenta y cinco años. Jack ha muerto y de Ronnie no queda más que el recuerdo de alguien que se esfumó, ni se sabe cómo ni se sabrá nunca. La referencia de estos tres personajes son las madres, las dos de Ronnie, la verdadera y la que lo recogió junto con su marido; la de Jack, en Croydon con su amante dueño de un garaje y lejana, y la de Evie, Mabel, la más convencional. Evie creó y gestiona una productora de espectáculos, Producciones Arcoiris, con su marido y éste deja su oficio de entertainer y se convierte en actor de éxito. La inexplicada ausencia de Ronnie planea sobre sus recuerdos.
El modo de contar recuerda la premisa de Claude Simon (la realidad sólo la conocemos fragmentariamente y la literatura sólo la expresa fragmentariamente, como muestra en su admirable “La ruta de Flandes”). Las vidas de Ronnie, Evie y Jack, están contadas desde fuera de la lógica lineal para crear un espacio literario de sugerencia abierto al criterio del lector. Esa es su decisión. Esta es otra manera de contar y es fascinante.

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